martes, 7 de junio de 2011

Combatiendo el agotamiento

¿Qué hacer cuando el agotamiento atenaza la voluntad? La respuesta más lógica es descansar y vivir reposadamente, sin prisas ni obsesiones, aunque con proyectos y trabajos encima de la mesa. A fecha de hoy eso es imposible, pero intentaré al menos actualizar el blog una o dos veces al mes.
A colación de la astenia y el agotamiento, me viene a la cabeza la «Sinfonía concertante para violín, viola y orquesta K. 364», una joya escrita por Mozart en 1779, cuando tenía 23 años. El salzsburgués la consideró como la mejor obra que había escrito hasta entonces, y no es para menos. La orquestación es madura y se nota que ha absorbido todos los avances desarrollados en Mannheim, cuya orquesta había conocido poco antes. La forma global de la obra, en tres movimientos, es el de un concerto grosso ambicioso y expandido. El término sinfonía concertante le da más entidad, si bien es claramente un concierto clásico con estructura ternaria tanto en el número de movimientos como en la aparición de la "forma sonata" en el tempo inicial.
Nos centraremos (a ser posible tumbados, reposando, con tiempo por delante, en un entorno tranquilo y de aire sano) en el segundo movimiento, Andante. Un tiempo lento redondo, de expresividad «strum und drang» en do menor, melódicamente arrebatador. Ya está patente el mejor Mozart, el de la variación continua, la estructura perfecta y la emoción contenida pero plena. La melodía inicial muestra todo el talento del compositor, no podemos evadirnos de ella. El juego de violín y viola es encantador y a mí me entusiasma porque resalta el mayor de ellos, sufridor de chistes, marcado por el estigma de ser interpretado durante décadas por los violinistas venidos a menos. La viola es el más oscuro del «consort» de violines, pero tiene un no sé qué que la hace especial. Cuando aparece su sonido ronco pero penetrante la emoción rodea su timbre. Un buen violista convierte su instrumento en un tesoro, al que es difícil llegar, pero que una vez encontrado no se deja por ninguna otra cosa.
La partitura original está escrita para viola con scordatura, es decir, afinada de forma diferente a lo estandarizado, en este caso un semitono más agudo. Actualmente, en las orquestas comunes, de instrumentos modernizados, se interpreta con afinación normal.
La versión que propongo es notable, aunque no muy conocida. La razón es práctica, pues es de las pocas por youtube donde está el movimiento sin partir. Los intérpretes son: Malavika Gopal, violín, Jano Lisboa, viola y la NEC Chamber Orchestra.
Disfruten de esta obra, reposen y superen la astenia los que la padezcan. Un abrazo y hasta pronto.

5 comentarios:

  1. No entiendo nada de música, sólo me gusta, me apasiona y hace tiempo que aprendí que vibramos como ella, eso nos hace sonar con LOS demás y LO demás, y a veces somos sinfonías y otras... calamidades.
    Mi modestísimo consejo holístico es que, mientras que la melodía vibre en ti y tú con ella, pongas ambas manos dos dedos por debajo del ombligo, colócalas abiertas tocándose los dedos corazón y haciendo un ligero hueco con las palmas... y ahora (esto te lo digo en voz baja y suave para "inducirte"): toma aire lentamente, imagina que entra por tu cabeza en forma de luz blanca, deja que recorra tu columna y que al soltarlo, sientas que sale por tus pies hacia la tierra.
    Ese hueco bajo el ombligo, que es donde guardamos la energía, se recargará y al acabar, escucha a tu cuerpo y me cuentas.
    Besos de otra asténica.

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  2. Gracias María, probaré tu consejo.

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  3. Hermosa música. Espero que pronto estés mejor.

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  4. Muchas gracias Barullo. Recibe un fuerte abrazo.

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  5. Manuel: me duele tu astenia, pues yo estoy en el polo opuesto. Todos los días son frenesí, curado sólo por la música.

    Tu elección es sencillamente genial. Casi no sé por qué este par de cuerdas me recuerdan el Concierto para chelo en Mi menor de Sir Edward Elgar, el cual escuché recién el lunes pasado. Y confieso con vergüenza, que a su vez el sobrio concierto de Elgar me trae a la memoria el no menos sobrio Concierto en re menor también para para chelo de Édouard Lalo. Quizá sea que todos ellos saben explotar la importancia mayor de las tonalidades menores en las cuerdas graves.

    ¡Un abrazo a todos!

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