sábado, 18 de diciembre de 2010

MÚSICA PARA LA NAVIDAD (II)


ORATORIO DE NAVIDAD de Johann Sebastian Bach.

Escribía Ignacio Deleyto Alcalá en la revista FILOMÚSICA en diciembre de 2004:

El Oratorio de Navidad de Johann Sebastian Bach está formado por seis cantatas compuestas para ser interpretadas durante los días de Navidad. Cada cantata está construida siguiendo el modelo de una típica cantata de iglesia de Leipzig, es decir, recitativos, arias, coros y corales. Para la elaboración de esta magna obra Bach volvió a varias de sus cantatas profanas, en particular, a las BWV 213 y BWV 214. Bach modificó el texto y con ello el espíritu de la música. Tomemos, por ejemplo, el aria para alto “Ich will dich nicht hören” parodiada como “Bereite dich, Zion”: misma música para las dos arias, pero con muy poco en común. De hecho, todas las arias y coros de Lasst uns sorgen, lasst uns wachen BWV 213 serían reutilizados en la nueva obra coral religiosa sin apenas cambios.

El Oratorio de Navidad es la celebración del nacimiento y adoración del Niño Jesús, con un componente narrativo lo cual justifica su denominación de “oratorio” frente al de “cantata”. Combina alegría y optimismo con ternura y dulzura. Una buena muestra de la primera sería el jubiloso coro que abre la obra “Jauchzet, frohlocket, auf, preiset die Tage”, quizás el coro más famoso de Bach y que, con trompetas y timbales, es capaz de resucitar a un muerto en sus primeros acordes. Igual ocurre con “Herrscher des Himmels”, jubiloso coro que abre y cierra la tercera cantata. Ternura y dulzura, así como estática contemplación, encontramos en la única pieza instrumental de la partitura, la “Sinfonia”, que inicia la segunda cantata. Aquí parece detenerse el tiempo mediante una melodía dulce y ensoñadora en la cuerda y las maderas, que representa el ideal de paz y sosiego navideños. En esta categoría entraría, sin duda, el aria para alto “Schlafe, mein Liebster, geniesse der Ruh”, una nana sin parangón al Niño Jesús.


Poco puedo añadir a estas palabras. La navidad no es la pasión y por eso este oratorio no trasmite el profundo drama de las dos composiciones bachianas sobre la muerte de Jesús. El optimismo es muy obvio en la escritura, como demuestra el coro inicial, donde el texto avanza con una alegría entusiasta y ampulosa.
El Oratorio de Navidad es una gran obra, magnífica, especial para celebrar estos días. les adjunto una versión notable, pues utiliza ciertos criterios historicistas con instrumentos modernizados, lo que demuestra que la investigación sobre la interpretación "de época" ha traspasado el propio ámbito de los instrumentos originales.
La Orquesta y Coro de la RTVE, bajo la dirección de Rubén Dubronvsky realiza una versión sin abuso de medios de mentalidad romántica y con un criterio consecuente con lo anteriormente expuesto. Es una selección de fragmentos de las seis cantatas que completan la obra. La presentadora es mi buena amiga y compositora Consuelo Díez.
Disfruten de esta música y estas fechas.

domingo, 5 de diciembre de 2010

MÚSICA PARA LA NAVIDAD (I)


Se acercan estas fechas que generan tantos afectos en la población occidental, que vive dividida entre dos sensibilidades: una mitad las adora (niños, personas sensibles, optimistas, comerciantes en general, padres con hijos pequeños, abuelos...), mientras la otra las detesta (personas de mediana edad, pesimistas, laicistas recalcitrantes, separados, alguien que tiene un duelo por un ser querido, parados...)
Mi mirada ante la navidad es curiosa. Soy hijo de tenderos que hacían su "agosto" en diciembre y enero. En ese aspecto, viví mi infancia observando el "estrés" familiar, pero con recuerdos hermosos, alegría compartida y momentos que nunca se olvidan. Yo sentía esa paradoja absurda de creer fielmente en los reyes magos mientras veía la juguetería de mi padre llena de clientes. También se han marcado como un puñal las tristezas por las pérdidas, a mi madre con cara de luchadora que disimulaba con una sonrisa mientras por dentro le recorrían cristales de amargura y profunda pena viendo a los cuatro niños que su hermana Mercedes se dejó en la tierra. Pero entre todos los personajes hay uno que resalta en mi familia: mi adorado abuelo Jesús. Vivió la tragedia de ver morir dos hijas, pero nunca perdió la sonrisa ni la ilusión en estas fechas y su alegría de vivir era contagiosa (la ha heredado mi tía Nines, que es una mujer admirable). El destino quiso que falleciera un 25 de diciembre de 2003, con 92 años, tras una pantagruélica nochebuena y un puro bien fumado y disfrutado.
Tras esta catarsis familiar, retomo el tema del blog: la música. Y es que no hay fechas más lastimadas musicalmente que la navidad. Los repugnantes, odiosos e imbéciles hasta el insulto "villancicos populares" han hecho un daño irreparable a la música, a la belleza y al ser humano en general. Vomitemos sin reparos sobre canciones nauseabundas tipo "Jingle bells", "Pero mira cómo beben los peces en el río", "En la puerta de mi casa voy a poner un petardo" y todo tipo de horribles berridos contra el buen gusto, que sólo pueden generar odio, pesadillas, depresión y otros problemas psicológicos.
Hoy quiero hablar del origen del villancico. A pesar de lo que la gente cree, no es religioso, sino profano. Nace en España y es una forma polifónica sencilla, de temas casi siempre amorosos, escritura homofónica (sin contrapunto imitativo), en estructura AB que se repite variando la letra. A diferencia de la polifonía religiosa, que estaba escrita en latín, los villancicos usaban el castellano.
El término proviene de la palabra "villano" o habitante de la villa (sin el sentido despectivo y peyorativo actual), pues era una música cercana, por su sencillez, a la gente del pueblo. El primer gran autor de villancicos fue Juan del Enzina (1468-1529), en el cual es difícil encontrar temática del nacimiento de Jesús o la epifanía. Uno de los pocos ejemplos es Oh Reyes Magos Benditos. Durante el siglo XVI se fue extendiendo el uso de temática navideña en los villancicos en lengua castellana, pero siguió siendo minoritario hasta el siglo XVII.
El ejemplo que les pongo hoy es uno de los más bellos. Se trata del conocido Niño Dios d´amor herido del compositor sevillano Francisco Guerrero (1528-1599), uno de los grandes polifonistas españoles del renacimiento, contrarreformista convencido, que imprimió todas las emociones en un lenguaje austero general. En sus Canciones y villanescas espirituales utiliza la forma villancico (villanesca y villancico son sinónimos) y una homofonía clara, emoción contenida y equilibrio poético muy similar al de Garcilaso de la Vega.
Con esta página, magistralmente interpretada por Música Ficta, el espíritu navideño regresará a todos los hogares y será compartido por creyentes y no creyentes.

Niño Dios d´amor herido
¿tan presto os enamoráis?
Que apenas habéis nascido
cuando d´amores lloráis.

En esa mortal divisa,
nos mostráis bien el amar,
pues siendo hijo de risa,
lo trocáis por el amar.

La risa nos ha cabido,
el llorar bien lo aceptáis,
y a penas habéis nascido
cuando d´amores lloráis.


Luchemos por la ortografía