La 54 edición de las SMR de
Cuenca han comenzado con el mismo nivel y perfil que las anteriores. Nunca
dejan de innovar y sorprender y este inicio lo va corroborando, con una
sucesión de conciertos sobresalientes, variados e imaginativos. Por desgracia,
el que escribe el artículo no pudo asistir a la inauguración en la Basílica de
Nuestra Señora de la Asunción de Villanueva de la Jara. Lo que ha venido
después, lo relato a continuación.
Domingo de Ramos. Barroco intenso y Perianes colosal.
El viaje propuesto el Lunes Santo
partió del barroco español, sazonado con piezas instrumentales de Haendel,
Vivaldi y Mascitti, para aterrizar en el piano romántico e impresionista del concierto
de Javier Perianes.
En el Convento de las Carmelitas,
el grupo La Risonanza dirigido por Fabio Bonizzoni retornó nuevamente a
nuestra ciudad, en la que tanta huella ha dejado. Todavía recuerdo la
formidable integral de las Sonatas del Santo Rosario de Bibber en el año 2003.
En esta ocasión, el eje del concierto giró alrededor de la obra religiosa de
Sebastián Durón y José de Torres. El barroco español sigue siendo desconocido
para mucho público de música clásica y con cada aportación realizada con
calidad se abandona la antigua creencia de que ese periodo era poco relevante.
Las obras de Durón son teatrales dentro de la religiosidad, juegan con la
tradición hispana y la incorporación de la moda italiana, pero siempre desde la
coherencia y la calidad. Su “cantadas” son páginas de gran belleza, así como
las Lamentaciones de Jueves Santo
escritas por su contemporáneo José de Torres. Engrandecida por la soberbia voz
de la soprano cubana Yetzabel Aria
Fernández, cuya fuerza expresiva, los crescendos en las notas largas y el
natural virtuosismo de sus agudos dejó fascinado al auditorio que rebosaba la
sala. El único “pero” a esa voz tan fascinante es que podría mejorar la dicción
en castellano, ya que, siendo su lengua, podría ser más clara. Las obras
instrumentales contemporáneas dejaron claro el etilo mediterráneo de Vivaldi,
el algo más sobrio de Mascitti y el siempre imaginativo Haendel, tañidos con
vehemencia y gran dominio de estilo.
Fabio Bonizzoni ©SMR/Santiago Torralba |
Reconozco que no siempre me ha
cautivado el pianista natural de Nerva Javier
Perianes. Fui al concierto de la sala Theo Alcántara del Auditorio con
precaución y dudando, sinceramente, del resultado final. Todo cambió con el
inicio del Allegretto en do menor de
Schubert. Los primeros compases dejaron claro que estábamos ante un concierto
especial, nuevo, diferente y muy alejado de la mayoría de los jóvenes
pianistas. A continuación, pude sentir el momento más memorable de la noche: la
Sonata nº 21 en Si bemol Mayor D. 960,
escrita por un Schubert cerca de la muerte e interpretada con tal delicadeza en
un fraseo infinito, con una separación perfecta de los distintos estratos de la
composición y una musicalidad tan especial que acongojó al público que se
entregó absolutamente. El mejor Schubert al piano que he escuchado en directo,
trascendiendo el genio y llevándonos al éxtasis. El concierto tuvo una segunda
parte impresionista, con una selección de Música
Callada de Federico Mompou y preludios de Debussy. La altura mística se
mantuvo y el aplauso final fue tan intenso como sincero.
Javier Perianes ©SMR/Santiago Torralba |
Lunes Santo. Eternos Tallis y un violonchelo con alma.
¿Quién no ha escuchado la
grabación mítica del Requiem de
Victoria y Versa est in Luctum de
Alonso Lobo que realizaron los Tallis
Scholars en 1987, bajo la dirección de Peter Phillips? Algunos nos
realizamos como músicos con esa joya nunca superada. De ese disco queda el
grupo, el director y la contralto Caroline Trevor, pero lo esencial se mantiene
e incluso mejora. Para interpretar la polifonía algunos optan –como The sixteen—
por voces vibradas y poderosas. Los Tallis siempre buscan la pureza tímbrica,
la ausencia de vibrato y el empaste casi místico. Nunca fallan, consiguen una
paleta de recursos infinita con sonidos imposibles y crescendos mágicos. El repertorio que abordaron en la iglesia de la
Merced se centró en el renacimiento (Tallis, Taverner, Shepard, Moutn y el “tardío”
Allegri) y del autor minimalista Arvo Pärt (nacido en 1935). La transición de una
época a otra era natural, sencilla y eficaz, siempre sublime e increíble (nunca
olvidaré el Miserere de Allegri,
dispuesto el coro en dos alturas y el tenor Chris Watson realizando unos solos casi metafísicos). Para terminar
de forma grandiosa, se unió El León de
Oro, excelente coro nacional, con sus más de 40 voces y que empastó
fenomenalmente con los Tallis en la espectacular Spem in alium.
The Tallis Scholars ©SMR/Santiago Torralba |
El lunes culminó con la titánica
tarea del violonchelista Jean-Guihen
Queyras, que propuso un concierto de los difíciles con mayúsculas, tanto
para el intérprete como para el oyente. La integral de las seis suites para violonchelo solo de J. S Bach. Son obras inmensas,
ricas, llenas de secretos y bellezas, pero que nunca se afrontan como integral
por lo extenso y por lo agotador que resulta para el intérprete, pues son
estructuralmente similares. La versión
del cellista natural de Montreal fue excelente. El sonido penetraba la iglesia
de San Miguel con intensidad y calidez y los que estábamos sentados en la parte
superior pudimos sentir todos los colores y matices que nos propuso. Afinación
perfecta y fraseo sublime, más afín a la tradición de Casals o Rostropovich que
a la del actual historicismo y también alejado del sentido literal de la danza
(recordemos que las suites son agrupaciones de éstas) para abrazar una estilización de la misma. Nuevo
concierto para recordar.
Jean-Guihen Queyras ©SMR/Santiago Torralaba |
Martes Santo. Primer estreno.
Las SMR –y nunca me cansaré en
repetirlo— son la causa primera del renacimiento creativo musical español en la
segunda mitad del siglo XX y principios del XXI. Nunca ha faltado a la cita de
encargar nuevas obras a los compositores españoles (y últimamente de todas las
latitudes), generando un corpus musical imprescindible para estudiar la música
contemporánea nacional.
La primera obra de encargo de la
54 edición recayó en el insultantemente joven Joan Magrané (Reus 1988), premio Reina Sofía de composición 2014.
Para tener sólo 27 años demostró un dominio del coro propio de un maestro. Su
obra Tu solus qui facis mirabila está
basada en textos bíblicos y de otras fuentes antiguas, medievales o del siglo
XX que giran alrededor del génesis. El compositor juega con el coro desde el
unísono hasta el cluster, con pasajes cercanos a la consonancia y siempre
preocupado por el juego de masas. El Grupo
Kea, dirigido por Enrique Azurza,
llevó bien la obra (creo que los contrastes podrán ser trabajados mejor en
futuras interpretaciones) con el inconveniente añadido de la gélida temperatura
de nuestra catedral (eché de menos las estufas que otras veces hemos disfrutado).
Me quedé con ganas de nuevas audiciones, pues creo que la obra quiere decir
mucho y necesita más tiempo para que camine. El concierto se completó con la
obra de Yves Daniel-Lesur Cantar de los cantares,
pagina tan bella como irregular.
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